POLAN LACKI: Educación en profunda crisis: Es necesario empezar todo o casi todo de nuevo
Me refiero a la pésima calidad de nuestra
educación y muy particularmente a la incongruencia
existente entre lo qué y cómo nuestro anacrónico
sistema de educación primaria, secundaria y terciaria
está enseñando y lo qué y cómo debería enseñar
para que los educandos puedan mejorar sus
principios, valores, actitudes, conocimientos y
competencias; y con ello tener un mejor desempeño
en la vida personal, familiar, laboral, empresarial y
cívico-comunitaria.
razón de fondo que los ministerios nacionales y las
secretarias provinciales/departamentales y
municipales de educación deben promover reformas
educativas profundas y radicales que produzcan
resultados concretos e inmediatos: en la formación y
capacitación (más pragmática, funcional y práctica)
de los docentes, en los contenidos curriculares, en
los métodos pedagógicos, en la administración de las
escuelas y en su relacionamiento con los padres de
familia, con las comunidades y con el mercado laboral.
Asimismo, deben promover reformas que modifiquen
los generosos calendarios escolares (con cuatro horas
de clases al día, ocho meses de clases al año y aún
así llenos de celebraciones, asambleas, pre-feriados,
pos-feriados, paros y huelgas). Estas generosidades
son inaceptables porque si necesitamos que los
alumnos aprendan más y mejor es indispensable que
los profesores les enseñen más y mejor.
Con pocas excepciones, nuestras instituciones
educativas han llegado a tal nivel de deterioro que no
podemos seguir aceptándolo; su reconstrucción tiene
que ser - en la práctica y no en la repudiable prédica
demagógica - la más urgente prioridad de cada
gobierno municipal, provincial y nacional. Porque,
hablando objetivamente, no existen motivos para
aceptar que todos los ciudadanos de cada país,
directa o indirectamente, sigamos siendo afectados
y penalizados por una educación disfuncional que
insiste en enseñarnos contenidos descontextualizados
que en gran parte son irrelevantes y poco utilizables;
además de ser enseñados en forma muy teórica,
abstracta, aburrida y mínimamente vinculada a las
necesidades de vida y de trabajo de los educandos.
Principalmente si consideramos que el mundo
moderno está necesitando, desesperadamente, una
educación más pragmática cuyos contenidos los
educandos puedan utilizar y aplicar en la corrección
de sus propias ineficiencias, como estrategia para
que puedan solucionar los problemas que enfrentan
en sus vidas cotidianas y ofrecer una mayor y mejor
contribución al desarrollo de sus comunidades y de
sus países.
Todos los educandos deben ser
formados para que puedan actuar
como ciudadanos ejemplares
Con tal fin esta nueva educación deberá estar
orientada a motivar y “empoderar” a los educandos
para que quieran, sepan y puedan ser más eficientes
y más autodependientes solucionadores de sus
propios problemas. Una educación que les enseñe
cómo elevar su productividad y su capacidad para
generar más riquezas e ingresos familiares, como
prerrequisitos para empezar a reducir la pobreza en
la cual vive la mayoría de los educandos. Si queremos
erradicar la pobreza no podemos seguir formando
ciudadanos pasivos y dependientes de los simplistas
programas paternalistas de regalar dinero a los
pobres; porque éstos son pobres en dinero, porque
son pobres en conocimientos, que sus padres y
especialmente el sistema de educación no les
proporcionaron. Estos paliativos populistas están
destruyendo la dignidad de los pobres y
condenándolos al fatalismo, a la pasividad, a la
ociosidad, a los vicios y conduciéndolos a una miseria
que, con la “ayuda” del ganar sin trabajar, se vuelve
irreversible. El sistema de educación debe formar y
capacitar una nueva generación de ciudadanos, que
posean los principios, los valores, las actitudes y las
competencias necesarias para que ellos mismos
¿Reformas cosméticas para “mantener
las apariencias” o reformas profundas
para cambiar de verdad?
Las autoridades educativas deben abandonar, de
una vez por todas, las inocuas reformas cosméticas
que han estado realizando, año tras año, durante las
últimas décadas. Porque tales reformas están
engañando a los educandos y condenándolos al
desempleo y al fracaso como personas, como padres
de familia, como trabajadores, como emprendedores
y como miembros de sus comunidades. Es por esta
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Vol. IV, No. 2 • Mayo-Agosto 2010 •