se habla de expresión oral y se entiende que nos
referimos al lenguaje articulado, a la utilización de la
voz. Los mencionados aquí de manera individual o
por separado, son parte del lenguaje utilizado por el
actor.
El factor principal que desde el escenario influye en
el espectador, la carga interna que le debemos de
proporcionar, el núcleo central del que hemos debido
hablar es naturalmente, el pensamiento, la idea, el
contenido. (…) Pero el hecho es que cuando queremos que
nuestro pensamiento se comunique a la sala, que la idea
llegue al espectador y que este aferre su contenido, tenemos
que perfeccionar, afilar y hacer dúctiles y verdaderamente
eficaces nuestros medios de expresión. (…) el espectáculo
no tendrá vida si no sabemos expresar, si no sabemos
manifestar esa idea (Meyerhold, 1998, p. 173).
Lo más complicado en términos de expresión es
la materialización de una idea, en su traducción a
signos conocidos dentro del código elegido para lograr
la comunicación. De ahí la preocupación de
Meyerhold en cuanto a perfeccionar los medios
expresivos, y que es el tema central de lo que nos
ocupa. Entendemos entonces que el actor debe
expresar, decir a través de su cuerpo, su cara, su voz.
Pero al hablar de expresión teatral nos referimos no
solo a los medios que utiliza el actor para lograr su
cometido, sino al todo; en primer término, a todos los
elementos que integran la escena y que corresponden
al lenguaje conformado por los decorados, la
iluminación, el sonido o simplemente el espacio
escénico y, en seguida, al trabajo del actor que debe
utilizar correctamente todos sus medios de expresión.
Al respecto, Hilda Elola comenta:
(…) La expresión debe ser considerada como el
término final de un proceso, y no como un medio o un
instrumento al servicio del enriquecimiento de las
habilidades comunicativas. Serían éstas, en cambio,
instrumento de la expresión, ya que el producto final,
cualquiera sea el lenguaje de comunicación elegido
(corporal, verbal, gráfico, etc.) no es un simple medio de
comunicación, sino un modo de ser y de realizarse típico
del hombre (Elola, 1999, p. 27).
A fin de cuentas, si no se utiliza adecuadamente el
lenguaje dentro del código establecido, el mensaje será
desvirtuado y generará confusión en el espectador.
Añade Elola:
El hombre se expresa mediante signos verbales y no
verbales. La codificación de estos signos en un cierto
lenguaje (de acción en nuestro caso) y la transmisión de
los mismos, se conjugan en un hecho humano compro-
bable, tangible: en una conducta. La expresión es propia de
todo tipo de comportamiento humano y consiste en la
producción y uso de signos (Elola, 1999, p. 27).
Esta cita explica en un lenguaje más académico lo
que ya habíamos expresado en párrafos anteriores.
Pero lo importante es que la expresión o los medios
de expresión requieren de un perfeccionamiento, de
un adiestramiento que posea un sustento teórico y
práctico, para no dejar toda la responsabilidad a la
musa de la inspiración creadora.
Cuando hablamos de utilizar el ejercicio de la
improvisación para que el actor logre el desarrollo de
ciertas capacidades, mencionamos entre paréntesis
algunas de ellas. En realidad, dichas capacidades las
poseen todos los seres humanos y lo que hay que
demostrar es eso, que se posee cierta capacidad. La
creatividad está en los renglones superiores.
Decimos y exigimos que cualquier individuo que
incursiona en el hecho artístico debe ser creativo, debe
ser capaz de inventar algo nuevo con lo ya existente y
explicamos esto, por ejemplo, con la labor de un poeta.
El lenguaje ya existe, la palabra con sus significados,
con su estructuración sígnica, pero es el poeta quien
proporciona un nuevo modo de decir las cosas. Así es
el lenguaje en el arte en general. Los elementos ahí
están y hay que reconstruir, reelaborar, reacomodar
los signos para proporcionar una manera distinta de
ver o de decir, de transmitir en sí un mensaje.
Recurrimos de nuevo a las definiciones de Elola:
En sentido amplio crear puede ser entendido como
sacar, construir algo de la «nada», o producir, inventar,
componer una forma elaborándola con elementos
preexistentes. En este caso decimos que el ser humano
«crea» cuando construye algo que no existía como tal antes
de su acción. Esta producción que, puede ser trascendente,
única dentro de la historia de la humanidad, la pueden
realizar solamente los individuos con una gran dosis de
capacidad creativa (Elola, 1999, p. 28).
Esta capacidad creadora está presente, insistimos,
en todos los individuos que recurren a ella para
resolver los enigmas que su propio entorno les crea.
Pero para el actor es imperativo el demostrar que se
posee dicha capacidad, de lo contrario su incursión
en el escenario se reducirá a una simple presencia