La Revista Estudios de la Información es una
publicación de acceso abierto y semestral, que
responde a estándares científicos y académicos
internacionales. La revista busca generar un espacio
abierto y plural para la comunicación del
conocimiento en diversas temáticas relacionadas con
los distintos sectores y especialidades de la
bibliotecología, archivología, ciencias de la
información, documentación y comunicación, así
como en sus relaciones con otros ámbitos,
especialmente con los educativos, los cuales dan
cabida a la publicación de trabajos originales e
inéditos.
Las temáticas relevantes para la revista incluyen, pero
no están limitadas, a las siguientes:
Propuestas relacionadas con el acceso, uso, gestión,
evaluación, comunicación y provisión de información
y desarrollo de servicios, colecciones, recursos o
sistemas de información.
Estudios de usuarios, sus necesidades, retos,
competencias y aspectos relacionados con la
usabilidad.
Estudios, análisis y teorías sobre el rol de la
información, la comunicación y la investigación, así
como sobre el papel de los profesionales de la
información en cualquier ámbito social, incluyendo su
formación y desarrollo.
Los estudios bibliométricos, cienciométricos o
relacionados con la producción y comunicación
científica.
Revista Estudios de la Información, publicada
cada semestre en junio y diciembre por el Cuerpo
Académico de Estudios de la Información y la
Universidad Autónoma de Chihuahua. ISSN-e: 2992-
8184. Universidad Autónoma de Chihuahua, Secretaría
de Investigación y Posgrado de la Facultad de Filosofía y
Letras, Campus Universitario 1, Chihuahua, Chih.
México. C.P. 31130, Apartado Postal 744.
Editor en jefe
Dr. Javier Tarango
La correspondencia editorial y las contribuciones deben dirigirse
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Editor asociado, Estudios cualitativos
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Ciencias Médicas (Cuba)
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Bautista (Perú)
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Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO (Argentina)
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Dra. Magda Cecilia Sandi Sandi, Universidad de Costa Rica (Costa Rica)
Consulte la revista para obtener información detallada para colaboraciones
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TABLA DE CONTENIDO
Volumen 3 Número 2 julio-diciembre 2025
Editorial: Información y conocimiento metacientífico: Reto emergente en la nueva
visión bibliotecológica
Javier Tarango
1-4
Diáspora bibliográfica: El éxodo, la fuga y la dispersión de bienes bibliográficos de la
nación al extranjero
5-26
Elementos clave a incluir en una política institucional de integridad académica en las
universidades: Una propuesta desde la Alfabetización Informacional
27-41
Reseña: Barker, G. y Kitcher, P. (2024). Filosofía de la ciencia: Una nueva introducción.
Guillermo Escolar Editor.
42-46
e-ISSN: 2992-8184
CONTENT
Volume 3 Number 2 July-December 2025
Editorial: Meta-Scientific Information and Knowledge: An Emerging Challenge in the
New Vision of Library Science
Javier Tarango
1-4
Bibliographic diaspora: The exodus, flight, and dispersion of bibliographic goods from the
nation to abroad
5-26
Key Elements to be Included in an Institutional Policy of Academic Integrity in
Universities: A proposal from Information Literacy
27-41
Review: Barker, G. y Kitcher, P. (2024). Filosofía de la ciencia: Una nueva introducción.
Guillermo Escolar Editor.
42-46
e-ISSN: 2992-8184
EDITORIAL
1
e-ISSN: 2992-8184
Información y conocimiento metacienco: Reto emergente en la
nueva visión bibliotecológica
Meta-Scienc Informaon and Knowledge: An Emerging Challenge in the New Vision of
Library Science
Las formas de interacción social actuales, ofrecen una alta recurrencia en la posibilidad de
tener acceso a propuestas de la literatura cienca sobre las acvidades que denirán el
actuar del profesional de la información, ya sea en ámbitos tradicionales como son las
bibliotecas o en general, en el desarrollo de diversos espacios de los estudios de la
información. Las propuestas actuales hacia la acvidad del profesional de la información se
centran de manera contundente en el estudio de la inteligencia arcial, especícamente
sobre sus benecios, además de las preocupaciones por su uso éco, la inuencia que pueda
generar y la idencación de retos que deberán experimentar los bibliotecarios y las
bibliotecas como proveedores de información y las acciones que lleven a cabo los usuarios,
especialmente estudiantes y docentes. Además de las temácas relacionadas con la
inteligencia arcial, es posible observar temas puntuales relacionados con el Big Data, los
estudios prospecvos basados en datos, así como la ciberseguridad, privacidad y seguridad
en la información, realidad virtual y aumentada e internet de las cosas (datos en empo
real), así como de innumerables visiones respecto a las nuevas formas de creación y
consumo de información.
Tales condiciones son escenarios seguros para el surgimiento abundante de
problemácas vinculadas con la información académica y cienca. De forma parcular,
respecto a la vinculación directa que existe entre la bibliotecología y la invesgación
cienca se logran idencar problemácas parculares, especialmente aquellas que se
relación con lo siguiente:
a) La generación excesiva de información y conocimiento cienco disponible para una
sociedad no informada adecuadamente, cuya cultura cienca es débil, lo que
provoca amplias necesidades de formación para el logro de niveles aceptables de
alfabezación informacional, digital y tecnológica.
b) Ante una falta de control sobre los temas que se publican a través de diversos medios
de divulgación y comunicación cienca, es fácil observar condiciones de desgaste
de la información, esto por el desarrollo de trabajo innecesario con un alto nivel de
repeción de contenidos.
Javier Tarango
Editor en Jefe
Tarango, J. (2025)
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c) El exceso de reproducción de las temácas invesgadas ha provocado no solo el
desgaste de contenidos, sino que, además ha generado la imposibilidad de
innovación temáca, ya que práccamente “todo es invesgado. Esta situación
demanda el estudio transdiciplinar de los temas, quedando atrás el interés en el
análisis de temas unidireccionales.
Estas problemácas donde principalmente se observa excesos en la generación de
información y conocimiento, socialmente muestran ciertas implicaciones, siendo la de más
inuencia negava la provocación de ansiedad por medio de una infoxicación involuntaria.
Es por ello, que la propuesta principal es el apego a los nuevos principios de la metaciencia,
misma que va más allá de buscar la connuidad en la abundancia en la generación de
productos publicados, más bien se inclina por las siguientes recomendaciones: evitar la
duplicidad en la recolección de datos; generación de mecanismos de promoción de la
comparción y reúso de los recursos informavos; la reulización de información
previamente generada, incluso para ofrecer resultados nuevos acordes a los cambios sociales
(esto referido al concepto de replicación); y la denición de lineamientos sobre el estudio de
temas emergentes que inuyan en los invesgadores para evitar huecos u olvidos en el
estudio de temácas parculares.
La metaciencia se centra en el estudio de la situación del conocimiento cienco
previamente desarrollado, no necesariamente en el nuevo conocimiento. Esta propuesta
busca como punto focal el uso de los procesos de replicación de los contenidos, lo que
signica el repensar lo que ya está hecho en ciencia ya que en la sociedad existe una
evolución natural; los actos de replicación no necesariamente están centrado en la búsqueda
de cambios, sino en la rearmación de la integridad de la ciencia misma. Realmente la
metaciencia se opone al acto obsesivo de acumulación de recursos de información ante una
sociedad cambiante, lo cual signica que este enfoque puede considerarse como la
invesgación de la invesgación.
De inicio, la metaciencia propone idencar el desarrollo de formas ordenadas de
trabajo desde una perspecva cienca, en acciones combinadas entre bibliotecarios e
invesgadores ciencos para la exploración de los recursos documentales enfocada a
necesidades e intereses especícos de la ciencia en general, de disciplinas ciencas en
parcular y de las necesidades sociales actuales. Las caracteríscas disnvas de la
metaciencia, además del uso de procesos de replicación, trabaja sobre: idencación de
malas práccas, ineciencias, debilidades del conocimiento cienco y respuesta a través de
la invesgación hacia los cambios propios de la evolución social, además de considerar la
inclusión de diversas disciplinas especialmente aquellas vinculadas a la losoa de la ciencia
y sociología de la ciencia.
La invesgación basada en información y conocimientos metaciencos propone la
medición obligada de su impacto social, así como la promoción de nuevas formas de
Tarango, J. (2025)
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invesgación y publicación, pretendiendo además la construcción innovadora de modelos de
gesón cienca. Esta propuesta pretende evitar el desarrollo de acciones lineales, parendo
del análisis de la información cienca existente para desarrollar evaluaciones teóricas,
metodológicas y conceptuales a través del reúso de la información existente, considerando
para ello la necesaria parcipación de la tecnología ya que regularmente los datos históricos
son abundantes. De acuerdo a estas condiciones se experimenta la generación de sistemas
de información metaciencos vinculados a nuevas estructuras de invesgación
relacionadas con la evaluación del conocimiento, denición de enfoques y maneras de
incidencia social, retos amplios que obligan a la comparción y reulización, aumentándose
como valor agregado evitar el desgaste de los contenidos estudiados y el olvido de otros más.
La oposición al mero almacenamiento de documentos como representación del
crecimiento de una biblioteca, representa la posibilidad de un cambio radical en la función
bibliotecaria, que en apariencia pueden representar o no benecios y, por lo tanto, genera
múlples implicaciones, tales como:
a) Los procesos de comparción de datos, información y conocimiento entre
invesgadores e instuciones permiten opmizar los recursos evitando la duplicidad
de trabajo de invesgación y el fortalecimiento en la generación de nuevas
invesgaciones. La parte opuesta se podría manifestar en el celo profesional entre los
parcipantes, así como la inequidad en las contribuciones porque haya endades en
condiciones más ópmas que otras.
b) Al interior de cada instución, recurrir al reúso o reulización de los recursos
previamente desarrollados o adquiridos, se logra la reproducvidad del conocimiento
cienco ulizando métodos de análisis sistemáco, metaanálisis e incluso procesos
predicvos. Las desventajas de estas acciones pudieran verse afectadas ante las
limitantes del conocimiento previo que no sea amplio o suciente, además de la
posible generación de desinterés del invesgador ante su pretensión de solo
enfocarse en temácas actuales que se perciben como ciencia de frontera.
c) La denición de criterios sobre el estudio estratégico de temácas ciencas de
acuerdo a prioridades provocaría la reducción del desgaste en el estudio excesivo de
temas repevos, cuya explotación editorial pone de maniesto el exceso de
contenidos similares y repevos, con lo cual se genera una saturación de la literatura
cienca, todo ello ayudaría a evitar la sobreexplotación de contenidos ciencos, el
abandono de otros y la no generación de la llamada ciencia oscura. Todo ello suena
interesante y lógico, no obstante, no se garanza que los generadores de información
y conocimiento se sujeten a estas consideraciones y lo tomen como una condición de
control sobre sus intereses ciencos.
d) Especialmente en las ciencias aplicadas, la replicación de los procesos de generación
de conocimiento y de experimentos, suelen ser movo de poco interés por los
invesgadores ciencos quienes perciben esto como un estancamiento cienco,
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sin embargo, la evolución social ha mostrado cambios tan radicales que seguramente
diversos contenidos suelen haberse converdo en paradigmas sin posibilidad de
evolución.
La consideración de la metaciencia en contraposición a la acumulación de recursos
informavos debe consolidarse en dos arstas fundamentales y equilibradas: en candad y
en impacto social. La metacognición pudiera suponerse como la ciencia moderna, cuyo
propósito es demostrar la validez y credibilidad de los recursos con los que se cuentan,
indicando su verdadera vigencia. Se vuelve necesario el binomio entre bibliotecarios e
invesgadores ciencos, ya que ambos enen la responsabilidad sobre la información
cienca disponible y sobre su aplicación en nuevas formas de trabajo cienco que van
desde la producción, comunicación, divulgación y la aplicación en situación práccas.
Los países de economías emergentes y periféricas son los que mayor responsabilidad
deben mostrar en la adecuada administración de los procesos de generación, consumo y
aplicación de la información y el conocimiento cienco, ya que existe una lucha constante
por lograr su independencia cienca. Tal condición es posible cuando se genere
conocimiento propio, el cual deberá tener una aplicación directa, tanto aquel proveniente de
universidades y centros de invesgación, así como dentro de las iniciavas de las
organizaciones privadas. Por tanto, el bibliotecario y el invesgador cienco deberán
caracterizarse por su capacidad adaptava a diversos modelos sociotécnicos aplicables a los
ámbitos de la invesgación, usando la trandisciplina, el trabajo colaboravo, la
responsabilidad social, la sustentabilidad y la generación de procesos de comunicación de la
ciencia, por tanto, a los procesos metaciencos.
Las nuevas visiones de la información y el conocimiento ciencos pretenden cambiar
la condición de solo favorecer el almacenamiento sistemáco de recursos informacionales,
proponiendo que a través de la invesgación cienca se mejoren las condiciones de calidad
de vida de las personas, el fomento al ejercicio éco del uso y aplicación de los recursos
informacionales, así como la búsqueda de acciones de evaluación de la eciencia y ulidad
de la invesgación cienca que luego entra en un debate ante la falta de comprobación real.
La evolución cienca no debe mantenerse en el esquema tradicional lineal, contrario a ello,
deberá suceder de forma horizontal en el sendo de que se deben aprovechar los recursos
informacionales de forma sistemáca recurriendo a la reulización y a la demostración de su
impacto social, siendo las formas principales de argumentación al verdadero retorno a la
inversión.
Como citar: Tarango, J. (2025). Información y conocimiento metacienco: Reto emergente
en la nueva visión bibliotecológica. Revista Estudios de la Información, 3(2), 1-4.
hps://doi.org/10.54167/rei.v3i2.2096
ARTÍCULO
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e-ISSN: 2992-8184
Diáspora bibliográca: El éxodo, la fuga y la dispersión de bienes
bibliográcos de la nación al extranjero
Recibido: 02/04/2025
Revisado: 16/05/2025
Aceptado: 02/10/2025
Resumen. Se explica el concepto de diáspora en general y el término diáspora bibliográca en
parcular. Se arma que la palabra ‘diásporaimplica esencialmente la dispersión o emigración de
grupos étnicos o religiosos por el mundo. Si es que el signicado de la expresión en cuesón ha
adquirido un sendo gurado para atribuir hechos inanimados y acciones abstractas en la esfera de
los bienes bibliográcos. Así, para responder la pregunta: ¿qué es la diáspora bibliográca?, se
recurre, a parr de la consulta de varios escritos especializados sobre la temáca, a una gama de
palabras clave anes, tales como: éxodo bibliográco; fuga bibliográca; emigración bibliográca;
despojo bibliográco, desarraigo bibliográco; dispersión bibliográca y desintegración bibliográca.
El autor asevera que la diáspora bibliográca se relaciona con el coleccionismo bibliográco y la
bibliolia. Acvidades que han propiciado la mudanza o el traslado de acervos de un bibliólo a otro,
de una biblioteca a otra, o de un país a otro. La bibliolia, en el marco de la historiograa cultural
escrita, ene sus claroscuros, pues algunos célebres bibliólos están relacionados con el éxodo de
libros hacia el extranjero. Se detalla también que tanto algunos connotados bibliógrafos como
libreros han contribuido a la diáspora del legado bibliográco mexicano. Al estar el tema de las
bibliotecas personales vinculado con el coleccionismo y la bibliolia, se considera a éstas como un
tema importante relacionado con el fenómeno de la diáspora de los bienes bibliográcos
Palabras clave: Diáspora bibliográca, dispersión bibliográca, bibliotecas personales,
coleccionismo, bibliolia.
Bibliographic diaspora: The exodus, ight, and dispersion of bibliographic goods from
the naon to abroad
Abstract. The concept of diaspora in general and the term bibliographic diaspora in parcular are
explained. It is stated that the word ‘diaspora’ essenally implies the dispersion or emigraon of
ethnic or religious groups throughout the world. If anything, the meaning of the expression in
queson has acquired a gurave sense to ascribe inanimate facts and abstract acons in the sphere
of bibliographic assets. Thus, in order to answer the queson: ‘What is the bibliographic diaspora?’,
we resort, based on the consultaon of several specialized wrings on the subject, to a range of
related keywords, such as: bibliographic exodus; bibliographic leak; bibliographic emigraon;
bibliographic dispossession, bibliographic uproong; bibliographic dispersion and bibliographic
disintegraon. The author asserts that the bibliographic diaspora is related to bibliographic
collecng and bibliophilia. Acvies that have led to the moving or transfer of collecons from one
bibliophile to another, from one library to another, or from one country to another. Bibliophilia,
within the framework of the wrien cultural historiography, has its chiaroscuros, since some famous
Felipe Meneses Tello
Universidad Nacional Autónoma de México
Meneses Tello, F. (2025)
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bibliophiles are related to the exodus of books to other countries. It is also detailed that some well-
known bibliographers and booksellers have contributed to the diaspora of the Mexican bibliographic
legacy. As the subject of personal libraries is linked to collecng and bibliophilia, these are
considered as an important issue related to the phenomenon of the diaspora of bibliographic assets.
Keywords: Bibliographic diaspora, bibliographic dispersion, personal libraries, collecng,
bibliophilia.
Cómo citar: Meneses Tello, F. (2025). Diáspora bibliográca: El éxodo, la fuga y la dispersión de
bienes bibliográcos de la nación en el extranjero. Revista Estudios de la Información, 3(2), 5-26.
hps://doi.org/10.54167/rei.v3i2.1898
Introducción
La diáspora bibliográfica, según el significado que se entiende por este término, atenta contra la
conservación de los bienes bibliográficos de una nación, es decir, contra los acervos de libros y las
bibliotecas esencialmente. Si tenemos en cuenta que el éxodo de estos bienes no se limita a material
bibliográfico propiamente dicho, entonces podemos pensar en la diáspora documental como un
término con mayor alcance. Por ende, el fenómeno en cuestión no se acota a la esfera de las
bibliotecas y librerías, sino que se extiende al universo de los museos y archivos. Una obra que
ejemplifica esto es la de Eulalia Guzmán (1964), Manuscritos sobre México en archivos de Italia.
Aunque la autora consultó más bibliotecas que archivos, pues registró manuscritos de varias
Bibliotecas de Milán, Bologna, Florencia, Roma, Torino, Salo, Padua, Venecia, Génova, Modena,
Lucca y Nápoles.
Este fenómeno ha provocado el infortunio que implica el desarraigo de importantes
colecciones bibliográcas. Hecho que ha ocasionado la pérdida, a lo largo de los siglos, de un gran
caudal de bibliotecas personales, privadas, familiares, caseras, pero también de instuciones de
diversa naturaleza.
Como consideró el historiador
de la Torre Villar (1980) en sus Tesmonios mexicanos en los
repositorios europeos, es urgente necesidad de que México como todo país culto y progresista,
conserve su importansimo patrimonio bibliográco y documental Si la riqueza monumental y
arqueológica de México es de extrema importancia, también lo es la bibliográca y documental. El
principio y la función de la conservación de libros, que conforman parte del patrimonio cultural de
la nación, es aún el desao a superar hoy en día.
Se sabe que sobre el asunto que nos ocupa, varios autores se han empeñado en detallar el
infortunio que ha causado el éxodo bibliográco, entre ellos cabe evocar a: Juan B. Iguíniz (1881-
1972), Joaquín Fernández de Córdoba (1913-1977), Agusn Millares Carlo (1893-1980), Jorge Ignacio
Rubio Mañé (1904-1988), Lino Gómez Canedo (1908-1990), Manuel Carrera Stampa (1917-1978),
Miguel León Porlla (1926-2019), entre otros versados, como Eulalia Guzmán Barrón (1890-1985),
Alicia Perales Ojeda (1922-1994), Ernesto de la Torre Villar (1917-2009) y José Pascual Buxó (1931-
2019). De este grupo de especialistas quizá la menos conocida sea Eulalia Guzmán. Por ende, se
sugiere consultar su biograa (Serra Puche y Torre Mendoza, 2005). En tanto, el escrito de Perales
Meneses Tello, F. (2025)
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Ojeda (1988), Problemas de destrucción y desarraigo en la bibliograa de México es muy elocuente
en relación con el tema que nos ocupa.
Empero, nadie de estos autores rerió el término de diáspora bibliográca. Sin duda que los
escritos de esta pléyade de autores, relavos a la dispersión de bienes bibliográcos hacia el
extranjero, representa una relevante veta de invesgación en varios marcos cognoscivos, tales
como la bibliología, bibliograa y la biblioteconomía, ramas de la bibliotecología. Así, la historia del
libro, por un lado, y la historia de las bibliotecas, por el otro, son esferas discursivas con posibles
perspecvas de historiograa social, políca y cultural.
Dada la naturaleza del discurso, el procedimiento metodológico está basado en el método
bibliográco-documental. La búsqueda de información pernente y relevante se hizo mediante el
rastreo de palabras clave en una gran variedad de obras de referencia impresas y electrónicas;
palabras como: éxodo bibliográco; fuga bibliográca; emigración bibliográca; despojo
bibliográco, desarraigo bibliográco; dispersión bibliográca y desintegración bibliográca.
Diáspora y diáspora bibliográca guran como los términos fundamentales. La literatura que
conforma el aparato bibliográco del presente trabajo, se compiló, estudió y analizó con base en los
siguientes criterios: (1) la claridad de quienes han escrito sobre la temáca; (2) el importante
conocimiento interrelacionado en torno a la variedad de expresiones que denotan diáspora
bibliográca; (3) la profundidad, el rigor y los desaantes puntos de vista que expresan los autores
en relación con la arculación sobre este asunto; y (4) las coordenadas de empo y espacio en que
han sido publicados estos libros y arculos. Así, se trata de una gama de referencias bibliográcas
sustanciales que en suma permiten tratar un tema aún confuso y exiguo.
Perspecva conceptual
Los conceptos clave son importantes en la esfera del discurso académico porque dan
cerdumbre sobre el signicado de un determinado tema. Así se evita la imprecisión conceptual.
Concepto de diáspora
La emología ‘diáspora’ proviene del griego anguo: διασπορά [diáspora] que signica
dispersión. Así, esta palabra implica la dispersión de personas, pueblos, comunidades y grupos
étnicos que han abandonado su lugar de procedencia originaria y que se diseminan alrededor del
mundo. El Diccionario de la Real Academia Española denota, a parr de su décima novena edición
(1970), dos signicados: (1) Dispersión de los judíos exiliados de su país; y (2) Dispersión de grupos
humanos que abandonan su lugar de origen. Connotaciones que son consideradas en la reciente
literatura especializada (Aizencang Kane, 2022, p. 158; Abu-Tarbush y Cabrera, 2023). En este sendo
se habla, por ejemplo, de la diáspora judía, africana, armenia, española, palesna, china, vasca,
griega, turca, etcétera. Se arma que este término social ha sido acogido en “el discurso de las
ciencias sociales y humaníscas” (Fernández de Córdoba, 2008, p. 306). Pero será hasta la década
de los setenta del siglo pasado que la Encyclopedia of Social Science registra la palabra. En obras de
referencia en español también ha sido tardía la incorporación del término.
En torno a las ciencias del libro, como la bibliotecología, biblioteconomía, bibliología y
bibliograa, apenas si se ha esbozado en la literatura de estas especialidades el concepto de diáspora
bibliográca (Meneses Tello, 1993). Más bien se ha hecho referencia a vocablos anes o conguos
como ‘éxodo de documentos y libros’ (Iguíniz, 1965); “desarraigo en la bibliograa de México
Meneses Tello, F. (2025)
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(Perales Ojeda, 1988, p. 57); “fuga bibliográca” (Perales Ojeda, 2002, p. 163), expresiones que
detallaremos. De tal suerte que lo primero que debemos entender es que el signicado del vocablo
‘diáspora’ ha comenzado a extenderse semáncamente hasta la posibilidad de ampliar el espectro
de la dispersión de sujetos animados (personas) a objetos inanimados (libros).
¿Qué es la diáspora bibliográca?
Consultando diferentes diccionarios sobre bibliotecología, biblioteconomía, bibliología y
disciplinas anes (Buonocore, 1976; Young, 1988; García Ejarque, 2000; Marnez de Sousa, 2004),
podemos constatar que el término ‘diáspora bibliográca’ no se encuentra registrada en estos
léxicos especializados. Tampoco en estas fuentes de consulta se hallan sinónimos al respecto.
Consecuentemente, no es posible citar deniciones de vocabularios, diccionarios, glosarios o
tesoros terminológicos que nos permitan aclarar el signicado, la categoría, el alcance, la
representación o el carácter de este concepto. Pero esta realidad no es obstáculo para cavilar en
torno a una posible conceptualización; para reexionar sobre un claro marco denitorio de la
palabra clave en cuesón (Fernández, 2008).
Considerando el concepto expuesto de la palabra diáspora, se puede armar que el uso del
vocablo se ha hecho en un sendo gurado. Es, por ende, una especie de metáfora o prosopopeya,
pues con esta expresión se intenta atribuir a hechos inanimados y acciones abstractas que son
propias de seres animados. Expresión que se registra, parece que por primera vez en el arculo La
problemáca de las bibliotecas personales de insignes estudiosos mexicanos. Escrito en el que se
asevera:
La diáspora bibliográca en México es el problema más grave que se ha presentado, sin
duda, para los estudiosos de nuestro país que requieren consultar algún material editado
entre los siglos XVI al XIX [pues] deben acudir al extranjero para analizar el patrimonio
documental que debiera encontrarse en las estanterías de algunos de los sistemas
bibliotecarios del país (
Meneses Tello, 1993, p. 83-84).
Por otra parte, en ocasiones la diáspora bibliográca se ha concebido como destrucción de
libros, colecciones o bibliotecas, pero esta percepción es errada porque el fenómeno concerniente
a la destrucción de bienes bibliográcos es lo que se conoce como biblioclasa o libricidio (Meneses
Tello, 2023a; Meneses Tello, 2023b). Ciertamente, la dispersión de volúmenes y acervos de libros ha
ocasionado la desintegración de bibliotecas personales, pero esta situación implica disgregación,
separación, fragmentación o desarculación de acervos, mas no destrucción de libros y bibliotecas
propiamente dicha. Por ende, subrayemos, el término diáspora bibliográca no es sinónimo de
devastación bibliográca, sino un fenómeno meramente equidistante o paralelo. La armación de
Perales Ojeda (1988) es elocuente en este sendo: “En el transcurso de cerca de cinco siglos de
bibliograa mexicana, existe una constante de destrucción y de éxodo de materiales bibliográcos”
(p. 57). Así, Perales armaría que el primer desastre de ‘documentos históricos nacionales fue la
quema de los acervos pictográcos de los recintos reales indígenas, llevada a cabo por las huestes
del conquistador Hernán Cortés; que el primer desarraigo en materia de bibliograa de México, fue
el envío de códices prehispánicos a España, por parte de las autoridades militares, civiles y
eclesiáscas coloniales. De esta manera, nuestra autora traza una clara línea divisoria entre
destrucción y diáspora de libros durante los primeros años del yugo español en el territorio que se
Meneses Tello, F. (2025)
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denominó como Nueva España. Para algunos datos sobre el éxodo o la exportación de materiales
bibliográcos mexicanos, véase el escrito de Frías (1983).
Sobre el concepto en cuesón, cabe recordar la ponencia Pensar la diáspora bibliográca:
Memoria e historia del patrimonio de México, presentada por Pablo Avilés Flores en el IX Encuentro
Internacional de Bibliología. Las fronteras de las letras; innovación-regulación de la Cultura escrita,
para, presente y futuro, 2021, disponible en video en Youtube. Otra muestra en torno a la
importancia de este asunto ha sido el Coloquio Internacional. La diáspora bibliográca: destrucción
y dispersión de bibliotecas como fenómeno histórico, efectuado los días 6 al 10 de noviembre de
2023 en el Auditorio José María Vigil de la Biblioteca Nacional de México.
Hoy en día, el interés sobre el concepto en cuesón ha cobrado especial atención en México.
Por ejemplo, en el libro La alhaja más preciosa; historia de la Biblioteca de la Real Universidad de
México (1761-1815) se hace alusión al término ‘diáspora bibliográca’ (Suárez Rivera, 2023), aunque
sin denirlo ni explicarlo explícitamente. Pero acorde con lo que expresa el autor, se vislumbra que
este fenómeno, entendido genéricamente como dispersión bibliográca, presenta dos dimensiones
geográcas: (1) la dispersión de libros, colecciones y bibliotecas dentro del territorio nacional; y (2)
el éxodo de material bibliográco, a cuenta gotas o masivamente, hacia repositorios de otros países.
Expresiones adyacentes o conguas
Para responder a la pregunta planteada, es necesario recurrir a otras voces alusivas a lo que
se puede entender como diáspora bibliográca. Consultando algunos escritos, que se reeren a esta
problemáca y que se citan en el presente discurso, se observa que esta locución está asociada a
otros expresivos términos, tales como: éxodo bibliográco; fuga bibliográca, emigración
bibliográca, despojo bibliográco, desarraigo bibliográco, desintegración bibliográca, expolio
bibliográco, dispersión bibliográca y otros. Palabras clave que nos permiten entender mejor el
signicado de la diáspora bibliográca. Complejo fenómeno que puede ser ilegal, legaloide o legal;
masivo o mínimo; intensivo o moderado; deliberado o involuntario.
La idea de ‘éxodo bibliográco’ se reere a la salida, de un país a otro, de libros; al traslado
de colecciones, al desplazamiento o expatriación de obras que han pertenecido a un determinado
patrimonio bibliográco nacional. La ‘fuga bibliográca’ es sacar del país, de forma legal, legaloide o
ilegal, libros, colecciones o bibliotecas; es contribuir, a veces, a la salida oculta o escondida de piezas
bibliográcas, acervos o bibliotecas con rumbos hacia otros países y con diferentes desnos. La
‘emigración bibliográca’ podría considerarse sinónimo de éxodo bibliográco, sin embargo, esta
expresión se reere cuando los dueños de importantes colecciones de libros abandonan el país,
llevándose consigo sus bienes bibliográcos. En tanto el ‘desarraigo bibliográco’ es extraer
furvamente bienes correspondientes a la producción bibliográca de una nación; es el acto
subrepcio de obtener volúmenes, con astucia o sagacidad, con el objeto de exportarlos al
extranjero.
En relación con la expresión ‘despojo bibliográco’ podemos entender como la pérdida de
libros considerados como relevantes joyas bibliográcas; es el saqueo de colecciones de bibliotecas
privadas y públicas; es el robo de importantes volúmenes en empos de guerra por parte de los
ejércitos invasores; es el pillaje principalmente de acervos de libros anguos y raros en situaciones
de caos social y políco. El despojo de libros se convierte así en bon de guerra. Fenómeno que
Meneses Tello, F. (2025)
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denota ‘expolio bibliográco’, ‘expropiación bibliográca’ o ‘conscación bibliográca’.
Acontecimientos que también se han suscitado en escenarios polícos de extrema violencia como
han sido los golpes de estado (Meneses Tello, 2011).
Figura 1. Gama de palabras clave que revelan u ocasionan diáspora bibliogca
En cuanto a la ‘desintegración bibliográca’, es el hecho que se suscita en el marco de las
librerías de viejo, de segunda mano o de ocasión. Libreros ancuarios que adquieren por compra
libros, colecciones y bibliotecas pertenecientes a intelectuales, estudiosos y académicos y que ponen
a la venta del mejor postor, nacional o extranjero. En este contexto, los libros se convierten en
mercancía cultural, fomentando así la fragmentación, la disgregación o el desmembramiento de
acervos personales o instucionales, privados o públicos. Libros expuestos a subastas, pujas o
remates; compraventa que impide conservar íntegramente las colecciones. De acuerdo con el
signicado emológico de la palabra diáspora que se ha mencionado, el concepto de ‘dispersión
bibliográca’ puede ser un sinónimo propiamente dicho de lo que se enende por ‘diáspora
bibliográca’. El desperdigamiento clandesno o no de libros manuscritos e impresos puede ser de
grandes colecciones o de piezas sueltas que con sigilo se han extraído del país, a través de valijas
Meneses Tello, F. (2025)
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postales o en equipajes especiales de viajeros. Con el propósito de retener y relacionar esta serie de
conceptos (véase Figura 1).
Principales protagonistas
Coleccionistas y bibliólos
Los hechos que disnguen a la diáspora bibliográca, están estrechamente relacionados con
dos actos histórico-culturales: (1) el coleccionismo de libros anguos y raros, manuscritos e
impresos; y (2) la prácca acendrada de la bibliolia. Ciertamente, hay una expresa y recia relación
entre coleccionismo bibliográco y bibliolia (Garone Gravier, 2021). Son acvidades con gran
tradición que han propiciado, según evidencia la historia del libro y de las bibliotecas, la mudanza o
el traslado de acervos de un bibliólo a otro, de una biblioteca a otra, o de un país a otro. El
coleccionismo de libros es el esfuerzo bibliográco de notables bibliólos, algunos converdos en
connotados impulsores de la bibliograa como técnica de compilación, registro y organización de
obras. Pero la bibliolia, en el marco de la historiograa cultural escrita, ene sus claroscuros, pues
no todos han mostrado ser eles amigos del libro, como a veces se ha armado (Quintana, 1958).
Por ejemplo, Manuel Romero de Terreros, (1880-1968), bibliotecario del Museo Nacional de
Arqueología, Historia y Etnología y autor de importantes obras en el marco de los libros, como:
Bibliograa de cronistas de la Ciudad de xico. México: Imprenta de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, 1926; Encuadernaciones arscas mexicanas, siglo XVI al XIX. México: Imprenta de la
Secretaría de Relaciones Exteriores, 1932 (Monograas bibliográcas mexicanas; no. 24), en su
Siluetas de antaño fue elocuente al lamentar en el contexto de México: “Desgraciadamente, la
inmensa mayoría de los libros que con mil afanes reunieron [célebres bibliólos], después de su
muerte ha sido dispersada, tomando a menudo el camino de los Estados Unidos. Hagamos votos
porque cese, de aquí en adelante, esto que parece ser la maldición de los bibliólos mexicanos
(
Romero de Terreros, 1937, p. 190). Años atrás Romero de Terreros en su crónica sobre el bibliólo
novohispano Melchor Pérez de Soto, anotó: “es cosa tan frecuente como triste, que las obras que
un bibliólo reúne con mil sacricios durante toda su vida, a su muerte, se desperdigan y
desaparecen” (Romero, 1920, p. 45). Empero, también en vida algunos bibliólos sin escrúpulos han
estado relacionados con la diáspora de libros al extranjero para su respecvo remate (Meneses Tello
y Avelar Mayer, 2020). Bibliólos carentes de conciencia para adquirir valiosos impresos y
manuscritos, como armara Juan Bausta Iguíniz en su elocuente disquisición bibliográca El éxodo
de documentos y libros mexicanos al extranjero (Iguíniz, 1965). Desde este punto de vista críco,
cabe recordar las palabras de Perales Ojeda (1988): “Es moral respetar la integridad bibliográca de
un pueblo, aun dentro de nuestras propias fronteras” (p. 69). Así parece que la diáspora bibliográca,
como dispersión de colecciones de libros, no solamente proyecta alcance transnacional, pues
también ende a producirse al interior del territorio nacional. Un ejemplo es la biblioteca de Juan
Páez de Castro, referente del humanismo español del siglo XVI, la cual ha sido dispersada en España
“por múlples bibliotecas a lo largo de los siglos” (Domingo Malvadi, 2011, p. 14). Diáspora que ha
dicultado reconstruir la historia de ese acervo personal.
Bibliógrafos
La bibliolia y la bibliograa históricamente proyectan una relación estrecha. Según se sabe,
algunos bibliógrafos, en sus andanzas en el mundo de los libros, han incurrido en claros actos de
Meneses Tello, F. (2025)
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diáspora bibliográca. Quizá el caso mejor conocido es el del connotado bibliólo y bibliógrafo
Nicolás León, quien ha sido señalado como un gran conocedor y apasionado de los libros, pero
también es reconocido por la ambición inmoderada que mostró por la divisa estadounidense. Al
respecto se dice: “El doctor León amaba los libros. Amaba registrarlos como excepcional bibliógrafo,
pero su amor por los lares era desenfrenado” (Benítez, 1988, p. 99-100), pues él contribuyó al
saqueo de importantes joyas bibliográcas con rumbo a los Estados Unidos. ¿Qué pos de
volúmenes vendió este personaje central de la bibliograa mexicana a instuciones bibliotecarias
estadounidenses? Se ene nocia que fueron obras editadas entre 1550-1700, la mayoría en
lenguas indígenas; obras raras y curiosas en lengua tarasca; y manuscritos e impresos novohispanos
(Meneses Tello, 1993). La vida de aquel polígrafo mexicano ilustra, con irrefutable claridad, la
‘diáspora bibliográca mexicana’ que Joaquín Fernández de Córdoba escribió, en 1959, en su libro
intulado Tesoros bibliográcos de México en los Estados Unidos. Cabe reconocer que este autor,
bibliólo, etnólogo y lingüista “es uno de los autores que destaca sobre el estudio de la dispersión
bibliográca nacional hacia el país vecino” (Meneses Tello, 1993, p. 84). Del siglo XX, se arma que
Fernández de Córdoba, discípulo de Nicolás León, es: “El más conspicuo compilador del éxodo de las
colecciones bibliográcas mexicanas al extranjero” (Perales Ojeda, 1988, p. 67).
Para abundar en relación con el perl de Nicolás León, el académico José Pascual Buxó
(1994) en su obra de referencia Impresos novohispanos en las bibliotecas públicas de los Estados
Unidos de América escribió que:
no sólo los extranjeros ávidos de poseer nuestros tesoros bibliográcos son responsables
de ese legalizado saqueo de los acervos bibliográcos; también algunos connacionales han
sido parte importante en la expatriación de ese legado. El doctor Nicolás León, después
haber compilado y publicado su Biblioteca mexicana del siglo VIII, puso a la venta los
impresos y manuscritos que él mismo había localizado y adquirido; este desafortunado
desapego del doctor León al patrimonio bibliográco mexicano hizo posible que hoy
pertenezcan a la John Carter Brown Library (Providence) numerosísimas piezas de
inapreciable valor (p. 7-8).
El mismo desno corrieron las bibliotecas personales de notables personajes de la
bibliograa mexicana, tales como: Joaquín García Icazbalceta (1825-1894) (
Galindo y Villa, 1903),
José María Ágreda y Sánchez (1838-1916) (Suárez, 2022), Genaro Estrada (1887-1937) (Lira, 2004),
Juan Evaristo Hernández y Dávalos (1827-1893), bibliólo e historiador mexicano, conocido por su
compilación Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, en
seis volúmenes, publicados entre 1877-1882, entre otros. Acervos privados o personales que
terminaron formando parte de las colecciones de la Biblioteca de la Universidad de Texas, en Ausn
(Fernández de Córdoba, 1959; Císarova, 2004).
Ciertamente, no todos los acervos de libros anguos mexicanos han migrado hacia Europa
y los Estados Unidos. El ilustre coleccionista y bibliógrafo José Toribio Medina Zavala (1852-1930)
también contribuyó al éxodo de estos bienes, pero con rumbo hacia un país de América del Sur. Al
respecto se asevera:
La larga estadía en México de otro benemérito historiador de la imprenta en las ciudades de
la América española, el chileno José Toribio Medina, le permió adquirir y trasladar a su
Meneses Tello, F. (2025)
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patria una candad cercana a los siete mil libros y opúsculos impresos entre los siglos XVI y
XIX en México, Puebla, Guadalajara, etcétera, materiales que su poseedor donó a la
Biblioteca Nacional de Chile, donde hoy se conservan, aunque dicilmente accesibles para
el invesgador mexicano (Pascual Buxó, 1994, p. 8).
No hay duda, aquel bibliógrafo chileno llevó a cabo un formidable trabajo bibliográco en
torno a la imprenta en varias endades de México [La imprenta en Veracruz (1904); La imprenta en
Guadalajara de México (1904); La imprenta en Puebla de los Ángeles (1908); La imprenta en Mérida,
Yucatán (1904); La imprenta en México (1912). Así como: Notas bibliográcas referentes a las
primeras producciones de la imprenta en algunas ciudades en la América española (1904); La
introducción de la imprenta en América (1910)]. Trabajo tanto cuantavo como cualitavo. Empero,
también la historia lo registra en la lista de quienes han contribuido a ocasionar fugas de importantes
acervos de libros y otros documentos novohispanos de México. Si se ene presente que el tema de
análisis, estudio y compilación del bibliógrafo Toribio Medina fue la imprenta en varias ciudades de
México durante el yugo colonial español, entonces podemos tener una idea de las joyas
bibliográcas que logró coleccionar durante su estadía en México, cuyo interés nal sería llevárselos
a su país natal.
La excelente biblióloga Alicia Perales Ojeda, como la considerara el historiador Ernesto de la
Torre Villar, rearmaría el éxodo de los miles de obras que Medina Zavala se llevó a su país. En efecto,
la doctora Perales (2002) al escribir en su obra póstuma La cultura bibliográca en México, armaría:
“Durante su permanencia en México compró siete mil piezas bibliográcas coloniales, las que fueron
a enriquecer sus repositorios, que más tarde llegó a la Biblioteca Nacional de Chile, donde se
construyó su gabinete de trabajo y biblioteca”(p. 169) Antecedente que Pascual Buxó y Perales Ojeda
debieron tomar de Fernández de Córdoba (1959), pues este autor escribió con antelación: “Medina
tuvo la oportunidad de comprar en México unas 7,000 piezas de nuestras prensas coloniales, algunas
de suma rareza, incorporadas a sus vastos repositorios bibliográcos, en 1925 las legó, junto con su
colección americana, a la Biblioteca Nacional de Chile” (p. 19). Éxodo bibliográco que también narró
Iguíniz (1965) al escribir: “Integran tan preciada biblioteca mexicana unas 7,000 piezas, que se
conservan actualmente en la sala Medina de la Biblioteca Nacional de Sanago de Chile, a la que
fueron cedidas por su poseedor en 1925” (p. 126). Hecho que a veces ha pasado inadverdo entre
algunos estudiosos (Sagrado Baeza y González Donoso, 2019) de ese docto y prolíco bibliógrafo.
Libreros
Se sabe que muchas joyas bibliográcas de México se encuentran dispersas en diversos
recintos bibliotecarios y archivíscos, localizados principalmente en diferentes países de Europa y
América. En efecto, “los estudiosos las han ubicado en catálogos de venta de ancuarios, catálogos
de bibliotecas extranjeras, tanto europeas como norteamericanas, inventarios y registros de
archivos históricos, índices a importantes colecciones documentales” (Perales Ojeda, 1988, p. 57).
Destacándose Alemania, Austria, España, Francia, Inglaterra e Italia, entre los países europeos
(Iguíniz, 1965); y los Estados Unidos (Fernández de Córdoba, 1959). Esta dispersión de bienes
bibliográcos en gran parte de debe que los libros no solamente son codiciados objetos culturales,
sino también son materia comercial de pingües ganancias. De tal suerte que otros de los
protagonistas, en relación con el asunto que nos ocupa, han sido y son los libreros de viejo, de libros
usados, de libros de segunda mano, de libros de ocasión, de libros anguos.
Meneses Tello, F. (2025)
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El comerciante de libro anguo también se le conoce como librero ancuario, quien compra-
vende libros raros, curiosos y únicos, ya sea por su materialidad (por el po de papel, ligranas,
encuadernación, nta, pograa, ordenamiento de los pliegos, dedicatorias, ilustraciones, entre
otras caracteríscas) o contenido (por el tema que trata), por ende, de alto valor cultural. Libros de
excepcional valor bibliográco tales como los libros manuscritos anguos (códices) y los primigenios
libros impresos (incunables). Es decir, obras consideradas como joyas bibliográcas. Recordemos que
Marnez de Sousa (2004) en su Diccionario de bibliología y ciencias anes dene el término Joya
bibliográca como el ejemplar de gran valor, ya sea por su angüedad, rareza o singularidad, como
los códices, incunables, libros únicos o raros, etc. Para ejemplicar, recordemos el caso de un célebre
librero mexicano del siglo XIX.
José María Andrade (1807-1883), próspero librero, editor y bibliólo erudito, como lo
consideró Fernández de Córdoba; o ‘culto y benemérito librero’, como lo valoró Juan B. Iguíniz,
comparece como uno de los ilustres libreros de la ciudad de xico en empos de lucha entre
liberales y conservadores. Este personaje, en el marco de la historia decimonónica del libro,
comparece en el escenario políco del segundo imperio mexicano, gobernado por Maximiliano de
Habsburgo (1832-1867), al vender, ‘a bajo precio’, su biblioteca de carácter general con el propósito
de fundar la Biblioteca Imperial de México. Según Iguíniz (1965), ese acervo contenía “4,484 obras,
sin incluir la multud de hojas sueltas, opúsculos y otras piezas menores, y la parte mexicana, según
consta de su catálogo que corre impreso, comprendía lo más selecto, valioso e interesante de
nuestras angüedades, nuestra historia y nuestra literatura” (p. 120). Dada la derrota del emperador
entre 1866 y 1867, aquella biblioteca de Andrade fue embalada en más de doscientas cajas y, por
orden del padre Agusn Fischer, se envió a lomo de mula al puerto de Veracruz para ser embarcada
con rumbo a la ciudad de Leipszig, Alemania, en donde algunos libreros la dispersaron en almoneda
pública en enero de 1869. Se sabe que 3,000 volúmenes fueron a parar a manos del historiador
estadounidense Hubert Howe Bancro (1832-1918), de San Francisco, California (
Fernández de
Córdoba, 1959). Colección que más tarde for parte de la Bancro Library, fundada por la
Universidad de California, Berkeley, en 1905. Se arma que, en total, la colección de Andrade se
vendió por la candad de $16,562.44 pesos (Ramírez López, 2020).
En el discurso que Juan B. Iguíniz publicó sobre el éxodo de libros mexicanos al extranjero,
algunos libreros guran entre los principales protagonistas del complejo fenómeno que nos ocupa.
Al mencionar la biblioteca que conformó el escritor Vicente Riva Palacio en España y que trajo
consigo a México, armó que fue dispersada por libreros de ocasión. Más aún, este mismo autor
escribiría: “La biblioteca del disnguido bibliógrafo e historiador licenciado Francisco Pérez Salazar,
muerto prematuramente en 1941, fue adquirida no hace mucho empo por los libros Porrúa
Hermanos. […] Es de senrse que tan valiosa biblioteca, debidamente especializada, no se hubiese
conservado íntegra” (Iguíniz, 1965, p. 120-130).
La historia de los libreros de viejo en parte es la historia del comercio de libros anguos, del
tránsito de joyas bibliográcas, de la dispersión de bibliotecas personales. Los tulos
Libreros: crónica de la compraventa de libros en la Ciudad de México: Ubaldo López Barrientos y
sucesores (López Casillas, 2016) y Libreros de viejo en la Ciudad de México: crónica de la
compraventa de libros en la segunda mitad del siglo XX, contadas por algunos de sus protagonistas
(
López Casillas, 2023), ilustran el fenómeno de la esfera comercial que ocasiona la desintegración
Meneses Tello, F. (2025)
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bibliográca y diáspora bibliográca. Aunque cabe reconocer que los libreros de viejo permiten la
adquisición de ediciones fuera de imprenta; también ayudan a conformar nuevas bibliotecas
personales; permiten el acceso al libro agotado y, sin duda, fomentan el hábito a la lectura y la
curiosidad por el conocimiento.
Empero, en el presente siglo el problema que nos ocupa, en concordancia con el escrito
Teresa Rojas y Javier Ramírez, El éxodo documental mexicano en el siglo XXI: Morton Subastas y
Swann Galleries, persiste. En efecto, como dan a entender estos autores, la diáspora bibliográca sin
duda está vinculada a la comercialización ilegal de acervos de libros que forman parte importante
del patrimonio cultural mexicano. Problema en el que están involucrados los dueños de las casas de
subastas mexicanas y extranjeras, quienes realizan periódicamente remates blicos. Si bien
elaboran catálogos según para ‘transparentar’ la venta, es común que mantengan en secreto la
idendad tanto del vendedor como del comprador, lo que hace pensar que la adquisición de esos
libros manuscritos e impresos expuestos en las pujas que realizan, son de incierta o desconocida
procedencia. Más aún, Rojas Rabiela y Ramírez López (2020/2021) advierten que el:
[…] problema de la sustracción y tráco ilegal de los manuscritos y libros históricos
mexicanos, quizá no se compara con el tráco que cobijan las librerías ‘de viejo’ y con el
que algunos libreros y hasta profesionales inescrupulosos hacen ‘sobre pedido’ o ‘robo por
encargo’, y cuyas transacciones se manenen por lo general en la secrecía y el anonimato.
Esta faceta del robo de documentos y libros históricos se realiza, por cierto, y como paradoja,
por la existencia de catálogos e inventarios públicos de los archivos, los cuales en estas
situaciones son ulizados para ubicar el material que se quiere sustraer (s. p.)
Cierto, es un contrasendo que el producto del trabajo bibliotecario y archivísco que
implica catalogación y clasicación de colecciones documentales, sea el recurso de búsqueda de
información para sustraer de algunas instuciones documentos de gran valía con el objevo de
someterlos a la compraventa.
Algunos sucesos de dispersión bibliográca
La otra diáspora bibliográca
En el marco de la diáspora bibliográca, falta pensar el éxodo, la fuga o el traslado
trasatlánco de obras manuscritas e impresas de otros países (como España) al territorio nacional.
Para comprender este fenómeno a la inversa, es necesario ubicarse en una dirección contraria. En
efecto, se sabe que, durante el periodo de la Nueva España, varios personajes destacarían por traer
entre sus enseres libros, colecciones y bibliotecas personales. Esto es, en algunas ocasiones, cuando
arribaba un peninsular a la Nueva España a desarrollar funciones civiles, eclesiáscas o militares,
traía consigo su biblioteca” (Gómez Álvarez, 2003, p. 18). Al respecto, Hipólito Escolar (1993) admite
que:
Los españoles que se desplazaron a América para exploración, conquista, evangelización y
administración de los nuevos territorios incorporados a la Corona de Caslla, sineron
necesidad de libro. […] Por ello no sorprende saber que desde fecha temprana en los
equipajes de los viajeros y entre las mercancías de los barcos guraban libros (p. 432).
Meneses Tello, F. (2025)
16
Así que el fenómeno que nos ocupa también puede observase en sendo contrario u
opuesto. Es decir, a la diáspora bibliográca mexicana, se antepone la diáspora bibliográca
española, complementándose la perspecva bidireccional del éxodo bibliográco en empos del
imperio español. El libro Navegar con libros: el comercio de libros entre España y Nueva España
(1750-1820), de la doctora en Historia Crisna Gómez Álvarez, es un panorama de esa diáspora al
revés. Aunque esta autora no disngue esta situación como diáspora bibliográca propiamente
dicha, sino como ‘circulación del libro’ o volumen y frecuencia de ‘exportaciones de libros’, es decir,
como ‘tráco mercanl de libros’ (Gómez Álvarez, 2011) con rumbo al Nuevo Mundo.
Entre los principales protagonistas sobre el traslado de libros a la Nueva España fueron los
comerciantes peninsulares, como arma Gómez Álvarez, historiadora del libro y de la lectura en el
contexto novohispano. Pero también en los embarques hubo tanto personas de la tripulación de los
galeones y diferentes funcionarios de gobierno como una gran variedad de personas pertenecientes
a instuciones religiosas que traían libros para uso de sus labores en colegios, conventos y/o
misiones, por ende, para la creación y el desarrollo de bibliotecas personales, conventuales,
monacales y otras en el entorno social y políco novohispano. Gómez Álvarez (2011) al tratar sobre
los libros registrados en el equipaje de viajes de Cádiz a Veracruz, entre 1750 y 1778, sugiere que se
exportaron como mínimo un total de 472,824 libros, transportados en 4,378 cajones.
Lo relevante, además de la suma de impresos, es que los provistos o funcionarios civiles
(virreyes, gobernadores, alcaldes mayores, oidores de audiencias), en relación con los libros que
embarcaban en los navíos, correspondían a sus bibliotecas personales. De tal modo que:
Las bibliotecas de los provistos fue una vía de circulación del impreso de España a la Nueva
España. […] Su importancia radica en el desno nal de esas bibliotecas. En efecto, la
legislación establecía que cuando el peninsular falleciera en América, sus bienes deberían
obligatoriamente rematarse en las almonedas públicas. La venta de libros en almonedas
abría un nuevo camino de circulación para el libro, ya que pasaba a manos de otros lectores
(
Gómez Álvarez, 2011, p. 39).
Esta autora al analizar los periodos de la Carrera de Indias (1750-1778) y el comercio libre
(1779-1820), concluye que, en ese lapso de 70 años, el total de exportaciones de libros de España a
la Nueva España fue alrededor de millón y medio de libros. Ciertamente no toda esta candad de
impresos podría considerarse propiamente como causa-efecto de una diáspora bibliográca
opuesta. La salida de libros del puerto de Cádiz (entre otros puertos) al puerto de Veracruz habría
que dividirla entre las colecciones y bibliotecas como producto de fuga o éxodo de bienes
bibliográcos y los acervos de compra-venta de impresos nuevos que ofertaban los mercaderes y
libreros en el entramado del comercio librero de esos empos. Es decir, no todos los hechos de
circulación y exportación de impresos de esa época pueden ser valorados bajo criterios de fuga,
emigración, dispersión o desintegración bibliográca. No pueden ser, por ende, considerados como
hechos de fragmentación o separación de acervos de libros, sino como procesos de desarrollo de
colecciones para crear o connuar enriqueciendo bibliotecas personales o instucionales en la
Nueva España. Por esto la división entre el proceso de compra de libros nuevos y la prácca de
adquisición de libros usados, viejos manuscritos e anguos impresos, marca la diferencia entre lo
que se concibe o no como diáspora bibliográca. Esta línea divisoria, se puede entender con el
asunto Palafox.
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En efecto, recordemos el caso de Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659), quien ejerció el
obispado de Tlaxcala, con sede en Puebla de los Ángeles. En su traslado hacia la colonia, este
funcionario eclesiásco debió traer de España una importante colección personal, además de
aquellos volúmenes que procuró, ancado ya en Puebla, adquirir desde el Viejo Connente. Sobre
esto úlmo se arma: “Palafox se dedica a adquirir cuanto libro llega en las otas a la Nueva España,
con la cual pronto la colección alcanza un gran incremento” (Frías, 1983, p. 259). Asimismo,
recordemos que este personaje colonial donó su acervo personal entre cuatro mil y cinco mil libros
(Cortés, 2012) para conformar lo que con el paso del empo se conocerá como la Biblioteca
Palafoxiana. El suceso Palafox en materia de éxodo bibliográco, de España a Nueva España, se
complementa con el de la biblioteca de Francisco Fabián y Fuero, obispo también de Puebla de los
Ángeles, y quien llegara a su diócesis en 1765 acompañado con 16 cajones de libros, mismos que
donó a la ya entonces Biblioteca Palafoxiana en 1771 (Gómez Álvarez, 2018).
La migración de las colecciones bibliográcas de España a Nueva España, entre 1750-1778,
Gómez Álvarez (2018) en su libro La circulación de las ideas: bibliotecas parculares en una época
revolucionara, 1750-1819, las denomina ‘bibliotecas golondrinas’ (p. 21). Aunque la autora no dene
este concepto, acorde con su discurso que expresa, se puede entrever como una sugerente metáfora
inspirada en las aves golondrinas, las cuales, como se sabe, se caracterizan por sus hábitos
migratorios. Las obras, colecciones y bibliotecas migrantes de España hacia el Nuevo Mundo, asunto
que alude a lo que hoy se podría entender como ‘diáspora bibliográca española’, fue un
acontecimiento que sucedió constantemente. Irving Leonard en Los libros del conquistador [Título
original: Books of the brave, being an account of books and of men in the Spanish conquest and
selement of the sixteenth-century New World. Cambridge, Harvard University Press, 1949] narra
que los peninsulares con frecuencia traían consigo cajas de libros para su uso personal, destacándose
entre ellos los misioneros y clérigos, cuyos impresos fueron un apoyo sustancial en las campañas de
evangelización que promovieron. Así que, en la Nueva España comenzaron a llegar muchos libros,
desde grandes infolios hasta pequeños cuadernos, empastados de cuero, terciopelo o papel; libros
que jugaban un papel silencioso, pero muy importante, en la gran tarea de difundir la civilización
europea y la cultura española hasta los connes de la erra (
Leonard, 1953). Diáspora que parece
no ha sido disnguida con tal en el otro lado del Atlánco.
Bibliotecas personales
El tema de las bibliotecas personales se relaciona, de una u otra manera con el
coleccionismo, la bibliolia, la bibliograa y el comercio del libro. Asimismo, este po de bibliotecas,
objeto también de la historia del libro y la lectura, se conecta con el fenómeno de la diáspora
bibliográca en diferentes planos de empo y espacio. Intelectuales o escritores, académicos o
ciencos, profesores o estudiantes son quienes paulanamente, y no sin superar graves momentos
de crisis económica, han desarrollado valiosos acervos bibliográcos en sus hogares a lo largo de sus
vidas.
Las bibliotecas de preclaros estudiosos mexicanos han sido objeto de interesantes
invesgaciones en torno a una gran gama de asuntos, en diferentes contextos sociales, polícos y
culturales. En el caso de México, los estudios y análisis sobre estas bibliotecas se han centrado en
tres grandes escenarios temporales, es decir, durante (1) los siglos XVI-XVIII, caracterizados por el
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yugo colonial; (2) el siglo XIX, periodo posterior a la independencia de México; y (3) los siglos XX-XXI,
etapa del México contemporáneo. En este marco histórico nacional se asevera:
Desafortunadamente importantes bibliotecas personales formadas durante la Colonia y
después de ésta, fueron, por diversas circunstancias, desarraigadas del territorio nacional,
con desno a incrementar las bibliotecas de diferentes instuciones europeas y de los
Estados Unidos de Norteamérica; y otras vendidas y desintegradas entre parculares
extranjeros y nacionales, interesados en las joyas bibliográcas coleccionadas por ilustres
mexicanos (Meneses Tello, 1993, p. 83-84).
El discurso académico en los úlmos años ha prestado especial atención en torno a las
bibliotecas personales, parculares o privadas. Quienes han estado tratando este asunto se han
concentrado en invesgar importantes estudios de caso (Gómez Álvarez, 2018; Garone Gravier y
Sánchez Menchero, 2020; Garone Gravier, 2021). Esas publicaciones hacen hincapié en diferentes
peculiaridades y rastros, cualitavos y cuantavos, sobre esta naturaleza de bibliotecas, pero han
pasado inadverdo el fenómeno de la diáspora bibliográca que, en términos de ‘éxodo
bibliográco’, el bibliotecario Juan Bausta Iguíniz calicó de ‘verdadero desastre’, en cuanto al
“valioso legado que no hemos sabido conservar íntegrode ese gran “caudal bibliográcode “libros
mexicanos” (Iguíniz, 1965, p. 115).
La conformación de cuanosos acervos bibliográcos personales o privados es una tradición
que se originaría, en nuestro territorio, desde empos de la Nueva España. En efecto, el caudal de
libros manuscritos e impresos que migraron de España hacia erras novohispanas, “contribuyó a
formar colecciones privadas, que eran numerosas tanto en México como en otras partes del reino
[…] la gente adinerada, tanto eclesiásca como seglar, ansiaba adquirir nuevos volúmenes para
ocupar sus abundantes ocios y para adornar sus hogares” (
Leonard, 1953, p. 170). Bienes
bibliográcos que, en parte, y junto con ciertos acervos de ricas bibliotecas conventuales y
monáscas, en el siglo XIX pasarían a formar los fondos de origen de las primeras bibliotecas públicas
mexicanas, bajo la égida de polícas republicanas; pero también parte de este patrimonio
bibliográco colonial sería movo de abandono, codicia, desintegración y dispersión. Es decir, sería
objeto principal de diáspora hacia países europeos y estadounidenses, con diversos desnos. Los
antecedentes históricos de la úlma biblioteca de José Fernando Ramírez, expuesta a migraciones,
subastas y pérdidas, ilustran el severo daño ocasionado con respecto a “códices, incunables y obras
primigenias para la Historia de México” (Sáenz Carrete, 2011, p. 132). Si ese personaje no hubiese
sido colaboracionista del emperador Maximiliano I de Habsburgo, su biblioteca personal no habría
migrado a Europa, ni habría sido expuesta al remate para así provocar su éxodo hacia Estados
Unidos, Reino Unido y España.
Bibliotecas huérfanas, intestadas, peregrinas o nómadas
Cuando el propietario de la biblioteca personal fallece, cuando el progenitor o procreador
no deja legatario, sucesor o beneciario de su bien bibliográco, ese acervo de libros se convierte
en una biblioteca huérfana, esto es, abandonada. Cuando esto sucede, el desno nal de la
biblioteca es incierto, ya porque la muerte sorprende al estudioso, coleccionista o bibliólo, sin dejar
disposiciones testamentarias; ya porque no deja herederos o albaceas encargados de cumplir la
úlma voluntad del occiso. Una biblioteca intestada, es un bien bibliográco que corre el riesgo de
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ser un codiciado objeto de diáspora bibliográca, inducida por familiares cercanos, libreros y
mercaderes interesados en esta naturaleza de bienes culturales. La carencia de un testamento y de
un inventario post mortem de un cuanoso acervo personal, es la dicultad para poder reconstruir
con certeza el caudal bibliográco que perteneció a una persona estudiosa. El fenómeno de la
desintegración y dispersión de bibliotecas huérfanas e intestadas se ejemplica con el caso del
bibliólo humanista español Juan Páez de Castro: “Como buen bibliólo que era, ez adquirió libros
no sólo a libreros, sino también de bibliotecas parculares que se vendían en almoneda a la muerte
de sus dueños” (Domingo Malvadi, 2011, p. 65). Esta parcularidad es común que suceda en
innumerables casos y en diferentes contextos sociales, polícos y culturales. Por ejemplo, en el
ámbito boliviano se arma: “Una verdadera constelación de bibliotecas parculares centellea a lo
largo de la historia, pero su desno se torna incierto al momento de exnguirse la vida de sus
propietarios. El desdén ha sido la constante que ha determinado el desno nal de las bibliotecas
parculares, en todas las épocas de nuestra historia” (Oporto Ordóñez, 2023, p. 62).
Según narra Gómez Álvarez, en el contexto de la Nueva España la legislación colonial
española establecía que las bibliotecas de difuntos debían ser rematadas en almonedas públicas.
Hecho que contribuyó a que esas colecciones bibliográcas se fragmentaran y dispersaran
irremediablemente. Aquellas subastas en ocasiones se llevaban a cabo en la casa del nado, o en
espacios públicos con el n de concentrar el mayor mero de compradores de bienes usados. A los
remates acudían lectores, libreros y mercaderes o comerciantes, pues era la posibilidad de adquirir
libros usados, entre los que se podían hallar libros ‘raros y curiosos’. En efecto, la puja de bibliotecas
huérfanas “era una buena oportunidad de comprar libros raros; para otros, era ocasión de adquirir
impresos a un precio menor al establecido en las librerías” (Gómez Álvarez, 2018, p. 113). Si es que
los volúmenes de esas bibliotecas de difuntos, adquiridos en las almonedas públicas, iban a parar a
otras colecciones personales, a endas de almonedas, librerías y estantes de bibliotecas (
Gómez
Álvarez, 2003; Gómez Álvarez, 2018). Si es que los rastros de las bibliotecas privadas, sin el protector
original, son desperdigadas, perdiéndose así las pistas de algunas joyas bibliográcas o de ricas
bibliotecas personales e instucionales (Moreno de Alba, 1992).
Si una biblioteca huérfana no se desperdigaba, si la adquiría más o menos completa algún
mercader, ese acervo se convera en una biblioteca peregrina o, acorde con Crisna Gómez, en una
‘biblioteca golondrina’, con rumbo a menudo al extranjero. En el caso de México, esto sucedió
principalmente en empos posteriores al yugo colonial español. El caso de la ‘biblioteca
monumental’ de José María de Ágreda y Sánchez ilustra la descomposición de la colección y la fuga
de importantes piezas del ‘tesoro bibliográco’ que perteneció a este ‘gran bibliólo y erudito
bibliógrafo’, como lo juzgara Juan B. Iguíniz. Hecho que muestra un claro éxodo bibliográco con
dirección hacia los Estados Unidos (Iguíniz, 1965; Suárez Pérez, 2022).
El tema de las bibliotecas huérfanas es o puede ser una línea de invesgación que nos podría
dar luz sobre una parte de lo que se concibe como diáspora bibliográca. Así que las bibliotecas
intestadas al converrse en bibliotecas peregrinas, han sido parte de la historia del éxodo, fuga,
fragmentación y dispersión de grandes bienes bibliográcos y no solamente de la circulación y el
comercio del libro usado, de viejo o segunda mano.
El concepto de biblioteca peregrina denota aquella que migra, con el paso del empo, de un
lugar a otro; de un país a otro, de una biblioteca personal a otra; de una biblioteca personal a otra o
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a varias bibliotecas instucionales. Un acervo bibliográco que viene y va de un lado a otro,
dispersándose y hasta perdiéndose en el camino, es propio considerarlo como un fondo de ‘libros
nómadas’ cuya dinámica traza diferentes ‘tránsitos bibliográcos’ (Agesta, 2023, p. 212), cuyos
derroteros no siempre dejan rastros documentales claros para los historiadores del libro y de las
bibliotecas. Por lo tanto, se trata de una colección o ‘biblioteca nómada’ con rumbos o trayectos a
veces desconocidos.
Despojo o expolio bibliográco en empos de guerra
Durante los periodos de conictos bélicos no solamente ha habido destrucción de libros,
colecciones, librerías, editoriales y bibliotecas, sino también graves expolios de material
bibliográco, comúnmente de gran valor cultural. De modo que la historia de la guerra incluye la
historia de bienes culturales expoliados (libros, instrumentos musicales, obras de arte, etcétera)
(Colorado, 2021). Entre este patrimonio se hallan los bienes bibliográcos que han sido objeto de
saqueo, pillaje, robo, conscación y venta forzada. Si es que la historia de bienes bibliográcos
expoliados es un tema especial de la diáspora bibliográca. Finalizada la guerra, algunas valiosas
colecciones bibliográcas se han encontrado en diferentes lugares, como bibliotecas parculares,
bibliotecas de instuciones públicas, museos y archivos del régimen vencedor. Svend Dahl, ex
director de la Biblioteca Real de Copenhague, Dinamarca, en su obra clásica sobre la Historia de libro
nos ilustra con respecto a lo que se puede entender como ‘diáspora de guerra’. Al respecto, escribió:
[…] en perfecto acuerdo con las tradiciones de la Guerra de los Treinta Años, Napoleón
ordenó que se llevasen a París, donde fueron incorporados a la Biblioteca Nacional, grandes
candades de libros como bon de guerra de los países conquistados. Acompañaban a las
tropas francesas victoriosas comisarios expertos en libros que actuaban metódicamente,
provistos con listas de tulos que interesaban (
Dahl, 1982, p. 218-219).
En otro contexto bélico, acerca de la biblioteca especializada sobre estudios del judaísmo,
inaugurada en Frankfurt, ciudad del centro de Alemania, Svend Dahl (1982) reconocido historiador
danés del libro, aseveró:
Parte del incremento de los fondos de esta biblioteca fue debida a los libros de que los
alemanes se apoderaron en los países ocupados en la primera época de la segunda guerra
mundial. Como en su empo los ejércitos de Napoleón, los ejércitos alemanes iban
acompañados de expertos que escogían los ejemplares más valiosos de las bibliotecas que
caían en su poder (p. 281).
El signicado de la palabra ‘expolio’ denota traslado con apariencia legal, es decir, realizado
en el marco de la legislación establecida por el régimen invasor. En tanto, el vocablo expoliado’ se
aplica a la vícma del despojo, es decir, al propietario desposeído de sus bienes por la fuerzo
represiva de un Estado belicoso. Si es que el término expoliación bibliográca’ en empos de guerra
es la apropiación, decomiso o expropiación sistemáca e indebida de piezas bibliográcas. La requisa
puede ser de valiosas piezas bibliográcas sueltas, de ricas colecciones de libros o selectas
bibliotecas durante la ocupación del ejército agresor. Tal y como sucedió, por ejemplo, cuando las
tropas nazis ocuparon Francia en junio de 1940. Al respecto se asevera: “En París, tras la caída de
Francia, pasó muy poco empo antes de que comenzara el saqueo sistemáco de las grandes
bibliotecas de la ciudad” (
Bayles, 1941, p. 83) para ser trasladadas a la Alemania nazi. Por ende, la
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‘diáspora de guerra’ comprende la salida, la migración, la fuga, la dispersión impuesta de tesoros
bibliográcos.
De modo que la expoliación de libros manuscritos e impresos no puede pasar inadverdo
en la esfera del fenómeno que nos ocupa. En la narrava histórica, la destrucción de libros y
bibliotecas durante los empos azarosos de conictos bélicos ha predominado, dejando en un
segundo plano, y a menudo en el olvido, los hechos de saqueo bibliográco, móvil que reeja
dispersión forzada de material bibliográco. El libro Livres pillés, lectures surveillées: les
bibliothèques françaises sous l’Occupaon (Libros saqueados, lecturas vigiladas: las bibliotecas
francesas bajo la ocupación), de Poulain (2008), director de la Biblioteca del Instuto Nacional del
Arte (Bibliothèque de l'Instut Naonal d'Histoire de l'Art), es una excepción. Autor que se centra
en analizar el pillaje de libros y bibliotecas durante la ocupación alemana nazi en París.
La historia del libro en empos de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) ilustra dramácos
hechos en este sendo. Por ejemplo, la obra de Hilda Urén Stubbings, Blitzkrieg and books: Brish
and European libraries as casuales of the World War II (Guerra relámpago y libros: las bibliotecas
británicas y europeas como vícmas de la Segunda Guerra Mundial), revela los heroicos esfuerzos
hechos por los bibliotecarios europeos para proteger los libros del expolio ocasionado por la
máquina de guerra de Adolf Hitler. Más aún, al nal la autora trata el asunto sobre los libros que
regresan a casa después de la guerra. Afán para ‘repatriar’ grandes candades de libros conscados
durante ese conicto armado y localizados, al nal del conicto, en diversos escondites alemanes.
La devolución de libros a Austria, Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Hungría,
Italia, Holanda, Polonia, Suiza, Unión Soviéca, Yugoslavia y otros (Stubbings, 1993), puede
percibirse como claro tesmonio histórico sobre la dispersión bibliográca masiva e impuesta por
un Estado excepcionalmente represor en periodos de guerra total.
Pero en empos de guerra, la diáspora bibliográca no se limita a actos de incautación de
acervos pertenecientes a editoriales, librerías y bibliotecas para ser trasladados hacia el país agresor.
Las maniobras bélicas del ejército invasor exigen realizar operaciones de conservación y
preservación de esas endades culturales pertenecientes al país agredido. Al respecto hay que tener
en cuenta la dispersión bibliográca apremiante que se lleva a cabo mediante la políca de
evacuación de los fondos documentales a diferentes lugares seguros y secretos (sótanos, minas,
cuevas, casllos, etcétera).
En el caso de las bibliotecas instucionales, se trata de traslados temporales que el personal
bibliotecario tramita hacia zonas de la retaguardia, tanto de colecciones de libros manuscritos como
impresos, para así evitar ser destruidas (mediante quemas deliberadas de libros o devastación por
bombardeos) o impedir sean objeto de pillaje, rapiña o saqueo. Estas mudanzas perentorias no son
fáciles de realizar porque se requiere coordinar, en empo y forma, el embalaje de libros en una
gran candad de cajones y vehículos apropiados para ser enviados oportunamente a disntos
desnos. Conforme se acercan el enemigo y el área urbana se va convirendo en una peligrosa y
caóca ciudad-frente, la labor de protección bibliográca se convierte en una tarea de gran riesgo.
Son momentos en que el personal bibliotecario se convierte en verdadero guardián de los registros
del espíritu humano.
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Lamentablemente no siempre han exisdo los recursos necesarios para salvar a empo las
joyas documentales. O bien, cuando los métodos de embalaje y almacenamiento no han sido
sasfactorios, la humedad y la falta de aire han causado destrozos tanto o más que las bombas
(Bayles, 1941). Si es que la diáspora bibliográca, como consecuencia de este po de traslado o
mudanza, implica diseminar colecciones de libros en periodos de guerra. Acontecimiento que a
veces ha propiciado severas pérdidas de acervos.
Conclusiones
Dada la naturaleza de la diáspora bibliográca, esta temáca inere transversalidad. Es decir,
para estudiarla y analizarla se requieren conocimientos de diferentes áreas de conocimiento o
disciplinas. Por ejemplo, para lograr una visión holísca y un aprendizaje más signicavo, se
requiere vincular asuntos entre bibliotecología, biblioteconomía, bibliología y bibliograa, por un
lado; por otro, es necesario relacionar estas disciplinas del libro y las bibliotecas con enfoques de la
historia, la sociología, la antropología, el derecho, la administración, la pedagogía, la literatura,
etcétera.
El concepto de ‘diáspora bibliográca’ es una expresión teórica-histórica en la esfera de esas
disciplinas. Es un término que se relaciona con otras palabras clave que ineren signicados
consistentes y precisos, lo que permite congurar un complejo de conexiones. Es una expresión que
facilita la comprensión de acontecimientos socioculturales que trascienden la complejidad de
realidades concretas. Empero, la literatura publicada desde puntos de vista bibliológicos en relación
con el uso del concepto, aún es muy exigua.
No obstante, la literatura especializada sobre la dispersión bibliográca, evidencia que este
fenómeno puede ser legal o ilegal. Como sea, se muestra como una conducta inmoral y dañina para
la integridad de libros, colecciones y bibliotecas que forman parte del patrimonio cultural de una
nación. En consecuencia, resulta imperavo que el Estado legisle para conservar y preservar los
bienes bibliográcos que son parte importante de la historia de México.
Sin duda, entre los principales protagonistas de la diáspora bibliográca en México destacan
algunos coleccionistas de libros, bibliólos, bibliógrafos y libreros ancuarios. Por ende, este infausto
fenómeno es parte de la historia social del libro, de las bibliotecas y de la bibliograa, por ende,
también de la bibliología. Suceso que no se limita al contexto mexicano, pues la dispersión de
materiales bibliográcos por causas de migración, exilio o conicto ha ocasionado la pérdida de
importantes colecciones y bibliotecas alrededor del mundo. Así, la diáspora bibliográca presenta,
como fenómeno complejo, implicaciones para la invesgación, la educación y la preservación del
patrimonio cultural.
La historia de las bibliotecas huérfanas, es la historia de una candad dicil de precisar de
bibliotecas intestadas y peregrinas. Puede ser, por ende, una veta de invesgación que se inserta en
la esfera de la diáspora bibliográca, desde empos de la colonia hasta la actualidad. El estudio y
análisis de la diáspora bibliográca es relevante porque puede contribuir a conocer las dinámicas
culturales y sociales de los libros y las bibliotecas en diferentes cuadrantes de empo y espacio;
porque los acontecimientos que implican dispersión de bienes documentales ha signicado la
pérdida de la historia cultural de los pueblos.
Meneses Tello, F. (2025)
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ARTÍCULO
27
e-ISSN: 2992-8184
Elementos clave a incluir en una políca instucional de integridad
académica en las universidades: Una propuesta desde la Alfabezación
Informacional
Recibido: 10/08/2025
Revisado: 14/09/2025
Aceptado: 02/10/2025
Resumen. Los casos de deshonesdad académica en los entornos universitarios se relacionan
frecuentemente con el uso no éco de la información, al comparrla a través de diferentes medios;
las polícas instucionales de integridad académica constuyen un fundamento importante para la
promoción de una cultura de uso eciente y éco de la información. El objevo de este arculo es
realizar una aproximación a los elementos claves que podría contener una políca de integridad
académica con énfasis en el uso y gesón de la información que favorezca la consolidación de una
cultura de honesdad instucional. Según la metodología ulizada, el estudio se considera a un nivel
exploratorio, con un enfoque cualitavo de po no interacvo basado en una revisión y análisis de
literatura gris disponible en acceso abierto en la Web. Los resultados más sobresalientes permieron
idencar elementos clave para desarrollar una políca de integridad académica, en la que cada
instución seleccione y evalúe los que son pernentes a su comunidad.
Palabras clave: Integridad académica, plagio, pocas de integridad académica, honesdad
académica, alfabezación informacional.
Key Elements to be Included in an Instuonal Policy of Academic Integrity in
Universies: A proposal from Informaon Literacy
Abstract. Cases of academic dishonesty in university sengs are frequently related to the unethical
use of informaon through various means; instuonal academic integrity policies constute an
important foundaon for promong a culture of ecient and ethical use of informaon. The
objecve of this arcle is to provide an overview of the key elements that an academic integrity
policy could contain, with an emphasis on the use and management of informaon that favors the
consolidaon of a culture of instuonal honesty. Based on the methodology employed, the study
is considered exploratory, with a non-interacve qualitave approach based on a review and analysis
of gray literature available in open access on the Web. The most notable results idened key
elements for developing an academic integrity policy, in which each instuon selects and evaluates
those relevant to its community.
Ma. Lourdes Tiscareño Arroyo
1
José de Jesús Cortés Vera
1
Thelma Jovita García
1
Saknicté Pisté Beltrán
1
1
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Tiscareño Arroyo et al. (2025)
28
Keywords: Academic integrity, plagiarism, academic integrity policies, academic honesty,
informaon literacy.
Cómo citar: Tiscareño Arroyo, M. A., Cortés Vera, J. J., García, T. V. y Pisté Beltrán, S. (2025).
Elementos clave a incluir en una políca instucional de integridad académica en las universidades:
Una propuesta desde la Alfabezación Informacional. Revista Estudios de la Información, 3(2), 27-
41. hps://doi.org/10.54167/rei.v3i2.2077
Introducción
El desarrollo acelerado de nuevas tecnologías de la información y la comunicación, a las que
ahora se agrega la inteligencia arcial generava, ha facilitado la proliferación de conductas
deshonestas en el uso y comunicación de la información, principalmente en la forma de plagio
académico. Las bibliotecas parcipan en el fomento de una cultura de integridad académica (IntAc),
a través principalmente de sus programas de alfabezación informacional; sin embargo, para que lo
expuesto y promovido a través de estos programas pueda verse como una acción concertada, es
importante que la instución cuente con una políca de IntAc.
Un estudio que puede considerarse como antecedente de este trabajo es el de Stoesz y
Eaton (2022) quienes analizaron 45 documentos de polícas de integridad académica de 23
universidades públicas en Canadá. La invesgación de este autor fue de po cualitavo y se basó en
los cinco elementos clave de una políca de integridad académica ejemplar que plantearon Bretag
et al. (2011): acceso, enfoque, detalle, apoyo y responsabilidad. En este mismo estudio de Stoesz y
Eaton (2022), consideran que las universidades que cuentan con polícas de integridad académica
cuidadosamente elaboradas y debidamente formalizadas -es decir, documentadas y socializadas-
disponen de una valiosa herramienta para reducir signicavamente comportamientos poco écos.
Es importante destacar la necesidad de promover la IntAc como una cultura para reforzar
competencias académicas, entre ellas las informacionales, pues tal como lo señalan
Troya et al.
(2023) “la experiencia demuestra que la integridad académica contribuye a fomentar un
pensamiento reexivo en la formación de los estudiantes, esto ha resultado en la formación de
estudiantes con un pensamiento críco en búsqueda de una sociedad más justa y equitava(p.
133).
De ahí que, el objevo principal de este arculo es ofrecer una panorámica de elementos
que diferentes instuciones han considerado conveniente para conformar una políca de IntAc en
las Instuciones de Educación Superior (IES). Sin ánimo de ser exhausvos, se destacan aquellos
elementos que constuyen la columna vertebral de las polícas documentadas y accesibles en
internet. Para ello se, se realizó una revisión de la literatura en la que se logró idencar los
elementos sugeridos por algunos organismos e instuciones. Se optó además por revisar polícas
universitarias de IntAc, con el n de reconocer otros elementos que pudieran ser importantes para
incluirlos en esta propuesta. A parr de los elementos recuperados se geneuna propuesta con los
elementos que se consideran pernentes para una políca de este po.
Las polícas de IntAc hacen referencia a una serie de situaciones que se suscitan
parcularmente en las IES donde estas demandan de los estudiantes un uso y manejo éco de la
información. Las universidades deberán promover el desarrollo de competencias para construir una
cultura de IntAc como parte esencial, si lo que aspiran es ofrecer una educación de calidad para